sábado, 5 de mayo de 2012

Mes de mayo, mes de María: día 5



MEDITACIÓN
María responde a la llamada sorprendente e inesperada de Dios con actitud de plena aceptación: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». No, no es una respuesta de sumisión servil. No. María acepta lo que Dios le propone, y está dispuesta a seguir este camino hasta el final, porque ha comprendido cuál será su papel en la obra de Dios, y ha experimentado profundamente en su alma que realmente valía la pena responder, poniendo en juego todas las potencias del cuerpo y del espíritu, a las llamadas que Dios hace. Ciertamente que no podía tener demasiado claro -o nada claro- por qué derroteros la llevaría todo aquello. Pero ve que aquel es el camino de Dios, y se dispone a responder con toda su alma.
María es, así, modelo para el creyente. Y a su lado, hay otro modelo de esta misma aceptación. José. El evangelio de Mateo nos explica que José descubre un día que María está embarazada. José queda terriblemente desconcertado: nunca habría podido esperar una cosa así; no sabe de dónde puede venir aquel hijo; no sabe qué tiene que hacer. En aquella civilización, la habría podido denunciar y seguramente María habría acabado sus días lapidada. Pero José no podía cometer un disparate semejante: José era un hombre bueno, ¡y amaba a María! Tanto María como José vivían abiertos a Dios, atentos a las llamadas de Dios. Su fe, su esperanza, su confianza, eran fuertes y vivas. Y por eso, cuando llegó el momento, fueron capaces de comprender lo que Dios les pedía y dijeron sí a su llamada. Y Dios vino a morar entre nosotros.
Nuestra apertura a Dios, nuestra atención a sus llamadas, nuestra fe, nuestra esperanza, nuestra confianza, abren el camino de Dios en nuestras vidas y en la vida del mundo.


ORACIÓN
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia, 
el gran cántico de tu vida. 
Ruega por nosotros para que alabemos 
el nombre de Dios en todas las cosas. 
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer, 
fomentando el bien, la justicia y la caridad. 
Por Jesucristo Nuestro Señor. 

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