MEDITACIÓN
Hoy, en este último día del mes de mayo, nuestra meditación la haremos uniéndonos a la oración de María. Saborearemos poco a poco las palabras de su cántico, de la alabanza que dirigió a Dios por su obra salvadora, por la gracia y el amor que había derramado sobre ella misma y sobre la humanidad entera.
Son palabras de un profundo agradecimiento a Dios porque ama y salva. Y son palabras que proclaman también cuál es el mundo que Dios quiere.
«Proclama mi alma la grandeza del Señor;
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo.
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes;
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-,
en favor de Abrabám y su descendencia para siempre».
ORACIÓN
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
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