domingo, 20 de mayo de 2012

Mes de mayo, mes de María: día 20

 
MEDITACIÓN
La oración da siempre un corazón puro y un corazón puro es capaz de ver a Dios. Ver a Dios significa amarle.
Pidamos a María que nos ayude a conservar un corazón puro, para poder amar a Dios como Él nos ama, y amar a Jesucristo, su hijo, con ternura.
Pero ¿cómo amamos?
Los pobres, los hambrientos, los que carecen de vestidos y de techo son personas admirables. Les debemos extrema gratitud porque nos proporcionan la ocasión de amar a Dios a través de ellos.
Recientemente, en Calcuta, carecíamos de azúcar para los niños que tenemos allí acogidos. Un pequeño hindú de cuatro años entró entonces en su casa y dijo a sus padres: «No comeré azúcar durante tres días, daré a Madre Teresa el azúcar que me corresponde». Ese pequeño amó con un amor grande, amó hasta sufrir por esa causa.
Un atardecer, un hombre vino a nuestra casa para hablarnos de una familia con ocho hijos que no tenían nada que comer desde hacía varios días. Tomé un poco de arroz y fui a visitarles. La madre tomó entonces el arroz que les llevaba, lo dividió en dos partes y salió con la mitad. Cuando regresó, le pregunté: «¿Adónde ha ido usted?, ¿qué ha hecho?» Me contestó: «También ellos tienen hambre». Se refería a unos vecinos igualmente hambrientos. No me extrañó mucho que hubiera dado la mitad de su arroz.
Os ruego que recéis por los pobres, en particular por los leprosos de los que nos ocupamos, y por todos los que viven aislados, repelidos, rechazados, olvidados.
Empecemos por amar al prójimo que tenemos más cerca. Así se cumple el deseo de Dios que espera que seamos portadores de su amor y de su compasión.
 
ORACIÓN
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
 

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