sábado, 26 de mayo de 2012

Mes de mayo, mes de María: día 26

 
MEDITACIÓN
Allí, al pie de la cruz, María, y las demás mujeres, y el discípulo aquel que las acompañaba, habían vivido la tragedia de la muerte de aquel que tanto habían amado. Habían visto su agonía, habían escuchado su último grito, habían acompañado a aquellos fieles clandestinos José de Arimatea y Nicodemo cuando lo descolgaban de la cruz y lo enterraban en un sepulcro nuevo que había allí cerca. Lo habían vivido con el mayor dolor, pero la llama no se había apagado. Porque Dios no podía dejar que tanto amor quedara sepultado por siempre. Porque Dios, el amor de Dios que Jesús había vivido sin desfallecer, no podía quedar derrotado por el mal y el pecado del mundo.
Y al cabo de unos días, aquella llama ya se había convertido en un fuego imparable. Primero ha sido María Magdalena y las demás mujeres, después Pedro, después, poco a poco, todos. Sí, Jesús vive, Jesús ha vencido a la muerte, Jesús ha abierto un camino nuevo en medio de la historia de los hombres. Dios ha mostrado que el camino de Jesús era el único camino, que el amor de Jesús era la única manera de vivir que valía realmente la pena. Jesús, el amor de Jesús, muestra la manera de vivir de Dios, la manera de vivir que une con Dios. Y su cruz, el fracaso del Calvario, era la señal de la vida, la única vida verdadera.
Sí, aquella historia que comenzó en Belén ahora se ha mostrado con toda su fuerza. Ahora, todo el que quiera, todo el que tenga ganas de tener abierto el corazón, puede comprender cuál es el proyecto de Dios y unirse a él, hacerla suyo para tener vida. María, que ha seguido aquel camino en su totalidad, que ha experimentado sus alegrías y ha sentido profundamente sus dolores, y que se ha encontrado más de una vez desconcertada y sin saber qué estaba ocurriendo, ahora vive el gozo pleno que Dios manifiesta en Jesús. Ella, que ha traído al Hijo de Dios al mundo, ahora será testimonio fiel de la Buena Noticia de su resurrección.


ORACIÓN
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que
alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer,
fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
 

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