lunes, 7 de mayo de 2012

Mes de mayo, mes de María: día 8



MEDITACIÓN
Las historias antiguas de Israel, las palabras estimulantes de los profetas, las plegarias llenas de vida de los salmos, formaban parte de la existencia más profunda de todos los buenos israelitas, de todos aquellos que vivían la confianza y la esperanza en  Dios. Formaban parte de la existencia más profunda de María y José, de Isabel y de Zacarías, de todos los personajes que acogerán el nacimiento de Jesús.
Así hablaba el profeta Sofonías: «¡Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel! Alégrate y gózate de todo corazón. El Señor ha expulsado a tus enemigos. El Señor está en medio de ti; y ya no temerás. No temas, Jerusalén, no desfallezcan tus manos. El Señor, en medio de ti, se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de gran fiesta».
Sofonías hablaba al pueblo asediado y aterrorizado, atemorizado porque las murallas de Jerusalén estaban a punto de ceder ante las armas de los reyes vecinos, y les dice que no teman, porque el Señor está allí, dentro de la ciudad, con ellos.
Pero ahora nosotros, contemplando a María que lleva en su interior a Jesús, el Señor, ¿no sentimos que estas palabras del profeta son como un anuncio lejano de la salvación plena, de la venida definitiva? María es como Jerusalén, que lleva en su interior al Señor. Y María nos representa a todos nosotros, la comunidad de los creyentes, y la humanidad entera, que lleva en su interior al Señor.
¡Ahora sí se han cumplido aquellas palabras de Sofonías! Ahora sí que el Señor está aquí, en el seno de María, en el seno de la Iglesia, en el seno de la humanidad. Ahora sí que podemos decir: «¡No temas, no desfallezcan tus manos! ¡El Señor, en medio de ti, se complace en ti y te arna!»


ORACIÓN
Gracias, María, por habernos dado a conocer a toda la Iglesia,
el gran cántico de tu vida. Ruega por nosotros para que 

alabemos el nombre de Dios en todas las cosas.
Santa María, haznos cantar con júbilo, el gozo de creer, 

fomentando el bien, la justicia y la caridad.
Por Jesucristo Nuestro Señor.

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