sábado, 20 de agosto de 2011

JMJ 2011, DÍA 19 DE AGOSTO

Durante la madrugada del 19 de agosto, procesionaron distintas imágenes religiosas representantes de la Semana Santa española desde los templos donde se encontraban hasta la zona donde se celebró el vía crucis programado para esa tarde. Destacó el Cristo de la Buena Muerte, cedido por su cofradía de Málaga, que fue trasladado a hombros de legionarios por las calles madrileñas desde la Iglesia del Sacramento (Madrid) Catedral Castrense. La imagen que se encontraba expuesta en Madrid con motivo de la JMJ, pudo ser visitada por más de 40.000 personas.
Al comienzo de la jornada, antes de partir al Monasterio de El Escorial, Benedicto XVI se reunió en un encuentro de cortesía con el rey Juan Carlos I en el Palacio de la Zarzuela, donde fue recibido por la familia real. Tras el intercambio de regalos protocolario, ambos intercambiaron unas palabras comentando nuevamente sobre los problemas que afronta la juventud y la necesidad de transmitir un mensaje de esperanza ante la falta de estímulos.
Ya en El Escorial, el Papa se reunió con más de mil religiosas de distintas órdenes, algunas de ellas extranjeras. Ante ellas pidió por la "radicalidad evangélica", esto es, "a ir a la raíz del amor a Jesucristo con un corazón indiviso, sin anteponer nada a ese amor", que se expresa en la vida contemplativa y la educación de niños, el cuidado de los ancianos y enfermos, la defensa de la vida, anunciar la paz y la caridad, y la labor misionera, entre otros campos de la misión eclesial.
Allí también se reunió con profesores universitarios, con los que tuvo unas palabras y defendió que la Universidad debía ser no un lugar donde permanezca únicamente el utilitarismo y el pragmatismo, sino ser el lugar en el que se busca la verdad propia del ser humano. El Papa les pidió ser sencillos y eficaces.
El sumo pontífice tuvo un almuerzo con el presidente del gobierno en la nunciatura siendo esta la cuarta vez que ambos líderes se reunieron. Mientras tanto, en el marco de las actividades por la Jornada Mundial de la Juventud, La Moncloa ofrecía un almuerzo al secretario de Estado vaticano, Tarcisio Bertone, donde el ministro de la presidencia, Ramón Jáuregui pidió la colaboración de la Iglesia Católica para transformar el Valle de los Caídos en un lugar de reconciliación, sin quitar, eso sí, el uso del monumento como basílica ni impedir la presencia a la congregación benedictina que en él se encuentra.

                       

                 

 Vía Crucis

A las 19:30 el papamóvil aparecía por la Avenida de Colón, donde daba comienzo un evento inédito en la historia de las Jornadas Mundiales de la Juventud: la celebración de un vía crucis para el cual se habían reunido quince imágenes de alto valor artístico en cada una de sus estaciones y una imagen de la Virgen María. El Papa recorrió los 700 metros que separan Colón de la plaza de Cibeles a paso reducido hasta llegar al escenario, aclamado por cientos de miles de personas, 600.000 según la organización.
La comitiva procesional está encabezada por la Cruz de los Jóvenes, que es llevada por grupos de personas deteniéndose en cada una de las estaciones de la Pasión de Cristo. Los jóvenes portadores fueron seleccionados por proceder de países donde los cristianos son perseguidos o sufren dificultades, así como aquellos que han sufrido por causa de los desastres naturales o las guerras. Además, en cada estación, se leían pasajes del Evangelio relativos a las escenas representadas junto con reflexiones y comentarios que fueron redactados por las Hermanas de la Cruz:
Estación I: La Santa Cena de Francisco Salzillo, 1763 (Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Murcia)
En la primera de las estaciones del vía crucis se rememoró la frase de Jesús: «Que os améis unos a otros» (Jn 13, 34), pidiendo porque la Iglesia viva unida y en paz, cese toda per­se­cu­ción y dis­cri­mi­na­ción por causa de la fe, y todos los que creen en un único Dios vivan, en jus­ticia, la fra­ter­nidad.
Estación II: El beso de Judas de Antonio Castillo Lastrucci, 1963 (Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento y María Santísima del Gran Perdón. Málaga).
La traición es el centro de esta imagen procesional. Las palabras de las Hermanas de la Cruz invitan a acudir a Jesús, quien hizo suyas dolorosas traiciones, si se siente en carne propia la traición o "el te­rrible su­fri­miento pro­vo­cado por la di­vi­sión entre her­manos y la lucha fra­tri­cida".
Estación III: La Negación de San Pedro de Federico Coullaut-Valera, 1958 (Hermandad de Nuestro Padre Jesús en el Paso de el Prendimiento. Orihuela. Alicante)
"Un cris­tiano tiene que ser un va­liente. Y ser va­liente no es no tener miedos, sino saber vencerlos. El cris­tiano va­liente no se es­conde por ver­güenza de ma­ni­festar en pú­blico su fe". Con estas palabras se rezó para que los cristianos que no reconozcan su fe ante los demás hagan acopio de valor y sean tes­tigos con­ven­cidos de lo que creen.
Estación IV: Jesús de Medinaceli Anónimo, S. XVII (Cristo de Medinaceli. Madrid)
Jesús, al ser torturado por crímenes que no cometió, no se queja. En este silencio, afirmaron, se encuentran pre­sentes todas las víc­timas de las gue­rras que arrasan los pue­blos y siem­bran el odio.
Estación V: Nuestro Padre Jesús del Gran Poder de José Rodríguez y Fernández-Andes, 1942 (Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena. Madrid)
En esta estación las reflexiones se centraron en el sufrimiento de Jesús cargando la cruz. Con este acto, Cristo hizo suyo "el can­sancio, el ago­ta­miento y la des­es­pe­ranza de los que no en­cuen­tran tra­bajo, así como de los in­mi­grantes que re­ciben ofertas la­bo­rales in­dignas o in­hu­manas, que pa­decen ac­ti­tudes ra­cistas o mueren en el em­peño por con­se­guir una vida más justa y digna."
Estación VI: Cristo Caído camino del Calvario de Mariano Benlliure y Gil, 1942 (Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Caída y María Santísima de la Amargura. Úbeda, Jaén)
Las Hermanas de la Cruz afirmaron que del mismo modo que Jesús se cayó transportando la cruz, las personas deben levantarse. Se animó a aquellas personas que tropiezan en la vida, y que son víctimas del alcohol, las drogas y otros vicios, para que apoyados en Cristo, se levanten.
Estación VII: Nuestro Padre Jesús de las Misericordias de autor Anónimo, S. XVII (Cofradía del Dulce nombre de Jesús Nazareno. León)
Los asistentes recordaron aquí a aquellas personas que ayudan a lo largo de su vida a los necesitados, a los marginados de la so­ciedad, de toda raza, credo o condición.
Estación VIII: Nuestro Padre Jesús de las Misericordias de Francisco Pinto Berraquero, 1976 (Cofradía de La Candelaria. Jerez de la Fontera, Cádiz)
En la imagen procesional, Jesús se com­pa­dece de las mu­jeres de Jerusalén, y en el paño de la Verónica deja plas­mado su rostro. Según el texto pronunciado, este hecho evoca el rostro de tantos que son privados de su libertad y dignidad en distintos regímenes dictatoriales en el mundo.
Estación IX: Jesús Despojado de sus Vestiduras de Manuel Ramos Corona, 1989 (Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús Despojado de sus Vestiduras. Granada)
"Los ves­tidos no sólo cu­bren el cuerpo, sino tam­bién el in­te­rior de la per­sona, su in­ti­midad, su dig­nidad", dijeron. En este sentido, se recordó a los que padecen con los sufrimientos de las víc­timas de ge­no­ci­dios hu­manos, de vio­la­ciones y abusos se­xuales, y en los crí­menes contra niños y adultos.
Estación X: La Crucifixión de Ramón Álvarez Moretón, 1884 (Cofradía de Jesús Nazareno. Zamora)
Jesús en la cruz acoge el su­fri­miento de todos los que están pasando dolorosas si­tua­ciones, "como tantos pa­dres y ma­dres de fa­milia, y tantos jó­venes, que, por falta de tra­bajo, viven en la pre­ca­riedad, en la po­breza y la des­es­pe­ranza, sin los re­cursos ne­ce­sa­rios para sacar ade­lante a sus fa­mi­lias y llevar una vida digna."
Estación XI: Cristo de la Buena Muerte y Ánimas (Cristo de la Legión) de Francisco Palma Burgos, 1942 (Congregación de Mena. Málaga).
Según la tradición católica, Jesús muere en la cruz por los pecados de la humanidad. En esta estación, se preguntaron si ante tantas personas que sufren distintas discapacidades, están haciendo lo suficiente por extender y proclamar la dignidad de la persona.
Estación XII: El Descendimiento de Luis Marco Pérez, 1945 (Hermandad del Santísimo Cristo de la Salud. Cuenca)
El imaginero Marco Pérez muestra a un Cristo muerto en su talla. Las palabras de las Hermanas de la cruz se centran en que Jesús comparte la suerte de tantos que por distintos motivos, han sido con­si­de­rados la es­coria de la Humanidad. Entre otros, las víc­timas del sida.
Estación XIII: La quinta Angustia de Gregorio Fernández, 1625 (Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Piedad. Valladolid)
La estación muestra el pasaje bíblico en el que María sostiene en brazos a Jesús yacente. Según sus palabras, "como tantos pa­dres y ma­dres que han per­dido a sus hijos por el hambre."
Estación XIV: Cristo Yacente de Gregorio Fernández, s. XVII (Feligresía de San Andrés. Segovia)
Finalmente, en la última estación del vía crucis, se recordó a aquellos buenos samaritanos de todo el mundo que ayudan y comparten las consecuencias de los desastres naturales.
Soledad de la Virgen: María Santísima de Regla atribuida a Luisa Roldán (La Roldana), s. XVII (Hermandad de Los Panaderos. Sevilla).
Tras recorrer las distintas estaciones, el Papa pronunció un discurso ante los asistentes que se habían congregado en el centro de la capital. En él, y en referencia al vía crucis, mostró su admiración ante las "extraordinarias imágenes del patrimonio religioso de las diócesis españolas". "Son imágenes donde la fe y el arte se armonizan para llegar al corazón del hombre e invitarle a la conversión. Cuando la mirada de la fe es limpia y auténtica, la belleza se pone a su servicio y es capaz derepresentar los misterios de nuestra salvación hasta conmovernos profundamente y transformar nuestro corazón", afirmó.
La Pasión de Cristo, según palabras del pontífice, impulsa a los hombres cargar sobre sus hombros el sufrimiento del mundo, con la certeza de que Dios no es alguien distante o lejano del hombre y sus vicisitudes. En este sentido pidió a los jóvenes que no pasen de largo ante el sufrimiento humano, ya que sus diversas formas son llamadas del Señor para edificar sus vidas siguiendo sus huellas y hacer de los hombres signos de consuelo y salvación. "Sufrir con el otro, por los otros, por el amor de la verdad y la justicia; sufrir a causa del amor, son elementos fundamentales de la humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre en sí mismo", dijo el Papa

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