viernes, 19 de agosto de 2011

¡¡¡ EL PAPA YA ESTÁ AQUÍ !!!

Benedicto XVI llegó a Barajas puntualmente a mediodía, donde le esperaba una multitud formada por más de dos mil peregrinos para recibirle, acompañados de un grupo de niños vestidos con los uniformes de la guardia suiza. Ya en suelo español, fue recibido por los reyes de España que le acompañaron hasta el pabellón de Estado de la Terminal 4, donde fue saludado por el presidente del gobierno José Luís Rodríguez Zapatero y otras autoridades políticas y eclesiásticas.
Tras las palabras de bienvenida de Juan Carlos I, el Papa pronunció su primer discurso centrado en los jóvenes haciendo hincapié en la situación social que están viviendo en el marco de una crisis económica. Tuvo también palabras para aquellos que "por causa de su fe en Cristo sufren la discriminación" y pidió por un "clima de respetuosa convivencia" entre las distintas ideologías. Sobre la conyuntura económica actual, mencionó que ésta "es también una crisis de ética y sin ella la economía no puede funcionar. El hombre tiene que ser el centro de la economía y no al revés". Tras su primer mensaje, Benedicto XVI hizo un recorrido por las calles de Madrid hasta llegar hasta la nunciatura, su alojamiento durante las jornadas y sede diplomática del Vaticano, para descansar hasta la bienvenida oficial que tendía lugar en el centro de la capital horas más tarde. 
A las 19:00 horas de la tarde, el Papa salía del palacio del nuncio hacia la Puerta de Alcalá en el habitual papamóvil. Por el camino, cientos de miles de personas esperaban para verle pasar y acompañarle hasta llegar a la puerta, donde fue recibido por el alcalde de la ciudad, Alberto Ruíz-Gallardón quien le entregó las llaves de la ciudad, siendo el segundo pontífice en la historia que recibe tal distinción. Tras lo cual, Benedicto XVI acompañado de cincuenta jóvenes de los cinco continentes, cruzaron el monumento por su arco central representando simbólicamente la entrada en Madrid. Recibió también un esqueje de olivo como símbolo de fe.
Desde allí, hizo un recorrido hasta llegar a Cibeles, donde le esperaban decenas de personas que abarrotaban la plaza así como la calle de Alcalá y el Paseo de los Recoletos. Allí tuvo lugar un acto de bienvenida por parte del arzobispo de Madrid y de jóvenes de los cinco continentes en sus lenguas materas. Cada uno, ofrecía un regalo de sus países de referencia: pan y la sal, símbolo de acogida en Polonia; una guirnalda de flores típica de las islas del Pacífico, un bacalao con arroz coreano, un sarepe hondureño, regalo de amistad que identifica a los pueblos americanos y granos de café envueltos el hojas de plátano, obsequio de bienvenida africano. Se procedió a escuchar la lectura de la Parábaola de la casa sobre la roca, del Evangelio de San Mateo.
El Papa, antes de terminar la fiesta de acogida, pronunció su segundo discurso ante los asistentes. En él, invitaba a los jóvenes a aprovechar esos días para encontrarse con Cristo, edificando la fe sobre bases sólidas (haciendo referencia a la parábola antes mencionada) para mostrar así "una alternativa válida a tantos como se han venido abajo en la vida, porque los fundamentos de su existencia eran inconsistentes. A tantos que se contentan con seguir las corrientes de moda, se cobijan en el interés inmediato, olvidando la justicia verdadera, o se refugian en pareceres propios en vez de buscar la verdad sin adjetivos." 
También hizo mención implícita al aborto y la eutanasia, criticando aquellos que "creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Éstos desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado en aras de otras preferencias". Benedicto XVI recalcó que es importante no sucumbir ante esas tentaciones y rezar por aquellos que no creen o se han alejado de la Iglesia.
 

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