La Beata Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, mostró al mundo del siglo XX el modo de amar cristiano. Fiel hija de la Iglesia, su alma sufrió tempestades horribles que no hicieron mella en su corazón indiviso hacia Cristo en los pobres.
Al celebrar hoy su memoria, conviene recordar su profunda devoción a Nuestra Señora. La Madre Teresa encomendaba todas sus obras a la Santísima Virgen, de la que llegó a decir:
"María está siempre atenta para traer al mundo la alegría, la paz y la reconciliación. Ella nos conduce hacia Dios, y con sus ruegos amorosos intercede por nosotros. Elevemos hacia ella nuestros corazones para que nos ayude a reconciliarnos, cada vez que nos alejemos del amor de Dios. Dirijamos a ella nuestros ojos para implorarle por la paz; a ella, que sólo tiene cabida en su corazón para la paz y el perdón."
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