La Santísima Virgen anuncia a San Pío V la victoria de las tropas cristianas sobre los turcos en Lepanto
Antonio Michele Ghiselieri nació en Bosco en 104, en el seno de una pobre familia campesina. A los catorce años ingresó en la Orden de Dominicos y, en 1528, recibió la ordenación sacerdotal. Como fraile, sacerdote, profesor e inquisidor ganó el respeto de todos por su tajante lucha contra los males de la Iglesia de su época. La fama de sus virtudes hizo que el Papa Paulo IV lo nombrara obispo y cardenal.
San Pío V orando ante el crucifijo
Su determinación de barrer los abusos de la vida eclesial le granjeó muchas enemistades, pero su sufrimiento no amedrentó la dulzura de su carácter y su bondad. Gracias a su perfil reformador fue elegido Papa en 1566 y tomó el nombre de Pío. Sin titubeos, veló por el desarrollo de la Reforma católica contra los protestantes. Comenzando por su diócesis de Roma, elaboró una auténtica renovación espiritual en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia. Con su propia vida testimonio la necesidad del cambio, viviendo en austeridad y piedad.
San Pío V y el rey Felipe II agradeciendo a Ntra. Sra. del Rosario la victoria de Lepanto
Muy preocupado por el avance del poder islámico en el Mediterráneo, formó la Liga Santa con España, Venecia y Génova. Para alcanzar la derrota de los enemigos de la Cristiandad, San Pío V exhortó a los católicos a implorar la intercesión de Nuestra Señora con el rezo del Santo Rosario. Finalmente, las tropas capitaneadas por don Juan de Austria lograron una gran victoria en Lepanto el siete de octubre de 1571. Según la tradición piadosa, la mismísima Virgen comunicó a San Pío V la gran victoria que acaba de tener lugar a muchos kilómetros de Roma. Apenas unos meses después, el uno de mayo de 1572, San Pío V marchó al cielo a dar las gracias a Nuestra Señora.
Cuerpo incorrupto de San Pío V venerado en la Basílica Patriarcal de Santa María la Mayor de Roma
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