En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron. Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».
REFLEXIÓN
Señor, no pierdes ocasión de aconsejarme, directamente o por medio de parábolas, que esté siempre alerta. ¿Quién me asegura la vida terrena hoy, mañana o pasado? Los accidentes y las muertes repentinas no avisan. Tú si me avisas de que esté siempre en vela, preparado. Por eso te pido que me concedas una muerte consciente, sabiendo que dejo este mundo y voy a la Patria eterna contigo. Así podré preparar ese momento tan importante, sabiendo que quien decidirá mi destino eterno serás tú, mi Amigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario